jueves, 26 de septiembre de 2013

OBESIDAD Y FLORA INTESTINAL


La flora intestinal, clave en el tratamiento de la obesidad y diabetes


Puede que la solución para el tratamiento de la obesidad y la diabetes esté en nuestro interior. Según una investigación que se publica en Nature Comunications, fármaco dirigido específicamente a las bacterias intestinales de ratones parece ser capaz de crear una reacción en cadena que podría conducir a nuevos tratamientos para la obesidad y la diabetes en  humanos.

Los investigadores del
 Instituto Nacional del Cáncer (EE.UU.) han trabajado con un medicamento antioxidante que se emplea para combatir los efectos de la radioterapia en humanos, tempol, y han visto que cuando se administraba a ratones que seguían una dieta rica en grasas, éstos eran menos obesos que los que no recibieron la dieta.

«Los dos hallazgos interesantes del trabajo son que
 los ratones que recibieron tempol no ganaron tanto peso como los demás y que el fármaco afectaba de alguna manera el microbioma intestinal de estos ratones», explican los autores el trabajo, Andrew Patterson, Frank J. González y James B. Mitchell Patterson. «Con el tiempo -añade Patterson-, esperamos que esto pueda conducir a una nueva línea de productos terapéuticos para el tratamiento de la obesidad y la diabetes».
El tempol, explican los científicos, reduce algunos de los componentes de una bacteria, lactobacillus, en el intestino de los ratones. Y cuando disminuyen los niveles de lactobacillus, aumenta un ácido biliar, que a su vez inhibe al receptor FXR, que regula el metabolismo de los ácidos biliares, las grasas y la glucosa en el cuerpo, según los investigadores.

González considera que el estudio sugiere que la inhibición de FXR en el intestino podría ser un objetivo potencial para medicamentos contra la
 obesidad. Así, los autores consideran que tempol puede ayudar a tratar los síntomas de la diabetes tipo 2, ya que, además de ganar menos peso, los roedores tratados con una dieta alta en grasas que recibieron tempol tenían niveles más bajos de insulina y glucosa en sangre.
Microbioma
Las últimas investigaciones dan cada vez más peso a la flora intestinal, ese mundo interior con millones de bacterias beneficiosas que pueblan nuestro sistema digestivo. Se sabe que lo que ingerimos condiciona la flora intestinal y también nuestra propensión a engordar. Hace unos días, científicos de laUniversidad de Washington, en Estados Unidos, dieron un paso más en esa línea de trabajo al identificar las bacterias humanas que promueven la delgadez y favorecen la salud metabólica. Estas nuevas bacterias, llamadas «bacteroidetas», podrían convertirse en la próxima «bala» mágica contra la obesidad. Ya sea con productos probióticos o con un trasplante de flora intestinal.

Para los autores de este nuevo trabajo cada vez hay más información para conocer cómo se integran los
100 billones de microbios que forman el microbioma humano con el metabolismo y la salud y la forma en que el microbioma puede ofrecer más vías para el tratamiento de otros trastornos. «Hay un gran interés en cómo el microbioma se puede manipular de una manera terapéutica», subrayó Patterson.

En el estudio, los investigadores disolvieron tempol en agua potable o se lo administraron directamente a los ratones. A las tres semanas, el fármaco redujo el aumento de peso de los ratones en dicho grupo, mostrando una reducción significativa en el aumento de peso incluso después de 16 semanas. Para probar aún más el papel de FXR en la
 obesidad, los investigadores pusieron una dieta alta en grasas a ratones que fueron modificados genéticamente para que carecieran de FXR. Este grupo era resistente a los efectos de tempol y el ácido tauro-beta-muricólico, que reforzó aún más la importancia de FXR en la mediación del efecto antiobesidad.

González dijo que
 hay indicios de que FXR desempeña un papel similar en la obesidad humana y la diabetes. Los investigadores deben ahora probar los tratamientos para garantizar su eficacia en los seres humanos, además de comprobar que no existen potenciales efectos secundarios, incluyendo el cáncer.


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