jueves, 17 de febrero de 2011

INSOMNIO Y OBESIDAD

Advertencia: el insomnio puede producir obesidad
Cuando alguien no duerme bien se produce un aumento de la hormona grelina, que incrementa el apetito, y un descenso de la leptina, que lo disminuye. ¿La consecuencia? Más hambre al despertar, especialmente por alimentos hipercalóricos, que acaban provocando una sobrealimentación y, en último término, ganancia de peso.




Cuando pensamos en las mejores formas de perder peso nos imaginamos haciendo ejercicios largas horas y siguiendo estrictas dietas. Pero lo último que pensaríamos es que durmiendo más y mejor podemos bajar algunos kilos.
Así lo dicen varios estudios nacionales e internacionales que revelan que la pérdida de sueño puede afectar el metabolismo negativamente haciendo más difícil perder peso o mantenerse. En uno de los estudios, los médicos entrevistaron a más de mil personas sobre sus patrones de sueño. Sorprendentemente encontraron que el peso se relacionaba negativamente con las horas de sueño: los que dormían más y mejor, pesaban menos.
La razón estaría en que cuando una persona ha pasado varias horas sin dormir bien, comienza a secretar en menor cantidad la hormona leptina, encargada de disminuir el hambre, a la vez que aumenta la concentración de la hormona grelina, cuya función es favorecer el apetito. Por lo tanto, las personas que crónicamente tienen mal sueño, experimentan más hambre.
Lo peor es que esa relación se estrecha aún más en la niñez, según explica el médico especialista en sueño, Patricio Peirano del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos (INTA) de la Universidad de Chile, quien agrega que el tema no es menor si se piensa que la gente suele olvidar que uno de los elementos importantes para preservar la salud es tener un adecuado período de sueño. Sin embargo, hay una serie de factores que conspiran contra ello, especialmente no respetar horarios de dormir y despertar. “Por ejemplo los estudiantes adolescentes no sólo acortan el sueño durante el período escolar, sino que lo alargan durante el fin de semana. Por tanto, atrasan y desplazan sus horarios de sueño. Se acuestan a las 5 de la mañana y se levantan a las 2 de la tarde. Aunque el sueño es de la misma duración no tienen la misma calidad. Si a eso le agregamos el cigarro, las drogas y el alcohol, imagínese la calidad”, acota Peirano.
Otro problema es que jóvenes y adultos tomen desde temprano fármacos, tranquilizantes, bebidas energéticas, té, café y gaseosas colas porque los ayudan a estar más despiertos. Pero cuando se duermen, el sueño no es de calidad porque su cuerpo y su cerebro está metabolizando los estimulantes ingeridos, indica.
Afecta el metabolismo
Un estudio belga con voluntarios sanos a los que se les privó de horas de sueño durante un periodo de entre dos y seis días documentó las consecuencias endocrinas y metabólicas que acarrea el robar horas al descanso. El grupo de Karine Spiegel, del Hospital Universitario Anderlecht, en Bruselas (Bélgica), observó que la falta de sueño provocaba alteraciones en el metabolismo de la glucosa, tales como menor tolerancia al azúcar, alteraciones de la función de las células beta, reducción de la utilización de la glucosa no insulino dependiente y menor sensibilidad a la insulina. Eso significa que dormir mal también puede interferir con la capacidad del cuerpo para metabolizar los carbohidratos, por lo tanto los niveles de azúcar en la sangre pueden aumentar. Esto promueve la sobreproducción de insulina, lo que favorece el almacenamiento de grasa en el cuerpo y la resistencia a insulina. Una vez que se da este problema, aumenta la probabilidad de que la persona llegue a desarrollar diabetes.
El otro mecanismo por el cual la falta de sueño le puede hacer subir de peso, es aumentando los antojos por los dulces. En una de las investigaciones se encontró que cuando se está privado de sueño no solo aumenta el hambre, sino que también se afecta las “selecciones” de alimentos. Y los preferidos son los más dulces y calóricos.